lunes, 28 de julio de 2008

Covaleda

Los primeros vestigios se remontan a la Edad de Bronce, porque aparecieron unas hachas en el paraje de Cueva Medrano que señalan la presencia de unos primitivos cazadores por estos lares. Me imagino que ya entonces era un lugar ideal para la caza: alto, aislado, bien guarnecido por la espesura de los hayedos, robles y pino albar, tal como lo describen algunos cronicones medievales.
Afirma don Ángel Terrel en su libro "De Covaleda y para Covaleda" que seguramente se asentaron en estas tierras tribus celtas de los Bracos o Bretos, que debieron entrar en contacto con ramificaciones vasconas por los topónimos y costumbres que han quedado: "Urbión" (dos aguas buenas), "arrañe" (lugar de zarzas: huerta), etc...; lo cierto es que de esta época celtíbera quedan restos de muros ciclópeos en el Paso de los Arrieros que se completan con los de una calzada romana posterior (posiblemente la que subía de Visontium: Vinuesa), y un puente de la misma hechura sobre el Duero que llamamos de Santo Domingo.
Hay alusiones en las Crónicas de Fernán González a que huestes de Covaleda le ayudaron en su guerra contra moros por las tierras del Alfoz de Lara, concretamente en la batalla victoriosa tenida el 16 de junio del 929, festividad de San Quirico y Santa Julita que, en agradecimiento por la ayuda prestada, donó bienes para construir una iglesia en el pueblo con la advocación de estos santos nombrándolos patronos de la parroquia. Esta primera iglesia, seguramente románica, fue derruida para levantar otra mayor con trazas góticas (gótico soriano) de finales del XVII y retablos barrocos muy efectistas. En el atrio se observan tumbas antropomórficas excavadas en la roca siguiendo una tradición medieval común entre pueblos vecinos (Revenga, Duruelo) de hacer este tipo de enterramientos.
El Rey Alfonso X en 1260 concede en una Carta Puebla a «las gentes della Covalleda, para los que vivieren e murieren e descendentes, que pueden usar e romper e tronchar árboles e pacer con sus ganados e beber las aguas e caçar e pescar a término todo e lebremente», privilegio de posesión comunal del monte, que luego fue ratificado por don Juan I (1285) hasta Felipe II (1562) según consta en la Ejecutoria de la Real Chancillería de Valladolid. Por esto, los aprovechamientos forestales que recibe cada vecino (suerte de pinos) es un privilegio histórico de estos pueblos pinariegos que todavía se conserva.
Que era un lugar de atractivo cinegético queda patente en el Libro de la montería del rey D. Alfonso XI, Libro IV: «La garganta de Covalleda es buen monte de oso et de puerco en verano. Et son las vocerías la una desde la Covertera, por encima de la cumbre de la Sierra fasta cañada Bermeja; (...) la otra en Cabañares et otras dos en Matalobos», todos ellos parajes de este entorno.
He de señalar que los covaledanos, movidos por un espíritu emprendedor, se lanzaron a repoblar Ávila en el siglo XI llevando consigo sus yuntas, familias y ganados: «Vinieron gran compaña de buenos omes de Coballeda, de cinco Villas e de Lara; e los de Coballeda e de Lara venían delante...», señala Carlos Martel en las Chrónicas de Gonzalo de Ayora. La carretería fue una ocupación temprana. Los carreteros gozaban de ciertos privilegios allá por donde pasaban como era el disponer de pasto libre para sus bueyes en las dehesas y cordeles. En el ejercicio diario transportaban lanas y materiales de todo tipo a lo largo y ancho de España, de tal manera que La Cabaña de Carreteros necesitó ser regulada y quedó sujeta a Ordenanzas fijadas en Canicosa (1841), justo cuando empezaba el declive de la misma por la llegada de otros medios de transporte más eficaces y rápidos como el ferrocarril.

jueves, 3 de julio de 2008

Soria capital

Soria entró en la Historia de la mano de los romanos. Sin embargo, en el actual cerro del Castillo se han descubierto restos de un asentamiento más antiguo supeditado, sin duda, a la existencia de Numancia. Bartolomé de Torres, en su Topografía de la ciudad de Numancia, asegura que el castillo de esta ciudad tomó el nombre de Oria de un caballero griego llamado Dórico, capitán de los dorios, que llegó a Soria desde Acaya. De esta noticia deducen algunos historiadores que los primeros pobladores de la actual Soria fueron los dorios. No obstante, nada a este respecto ha corroborado la arqueología y para otro grupo de expertos los primeros pobladores de Soria fueron los suevos, cuyos reyes, según Tutor y Malo en su Compendio historial de las dos Numancias, establecieron en ella una de sus cortes.
Ambas hipótesis han caído en desuso con el paso del tiempo porque ningún documento las acredita de manera fidedigna. Parece lógico suponer que la palabra «Soria» deriva de dauria, a su vez derivada de daurius, es decir, Duero. A estas versiones, sobre el origen del nombre de Soria, se suman la de Pedro de Rúa, que deriva Soria de Sarra, nombre de la ciudad de Tiro, y de sarranos, sus moradores, de donde viene sorianos. En un libro de armas se narra que cuando Alfonso VII, el Emperador reedificó Soria se descubrió una gran piedra con un signo grabado que recordaba a una «S», la cual se añadió al castillo de Oria y dio la actual voz Soria.
En el año 869, en plena conquista árabe, Soria saltó de nuevo a las páginas de la Historia con motivo del levantamiento de Solimán ben Abús contra el emir de Córdoba que envió a su hijo, Al-Hakan, para sofocar el alzamiento.
Durante el siglo XI se convirtió en un importante enclave estratégico por su situación junto al Duero y marcó el límite entre los dominios cristianos y musulmanes en la denominada «marca del Duero» o «línea del Duero». A comienzos del siglo XII, el rey Alfonso I el Batallador la conquistó definitivamente a los árabes y la repobló situando la frontera más al sur. Sin embargo, Soria siguió siendo un enclave estratégico debido a las luchas por el territorio entre los reinos de Castilla y León (a cuya tutela pasó en 1134), Navarra y Aragón.
Alfonso VIII mantuvo la independencia del reino de León gracias a la ayuda prestada por los sorianos y, en agradecimiento, otorgó a la ciudad una serie de privilegios. En 1195, Sancho el Fuerte tomó la ciudad y a comienzos del siglo XIII conoció uno de sus períodos más florecientes gracias a su situación fronteriza. El comercio, en manos de los judíos, hizo de Soria una ciudad importante. Los judíos ampliaron la aljama, situada en los límites del castillo, y dieron riqueza a la ciudad. Según Marcel «en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama».
En 1492, el decreto de expulsión de los judíos, trajo la decadencia económica y social de Soria. Durante el reinado de los Reyes Católicos se interrumpió la narración histórica de Soria porque tras la unión de los reinos de Aragón, Navarra y Castilla la ciudad dejó de ser un enclave estratégico. Esta situación se prolongó durante la primera mitad de la Edad Moderna, para recuperar Soria su protagonismo en la historia con la guerra de Sucesión, al defender la causa de Felipe V, y proteger de las pretensiones aragonesas la línea fronteriza (1706-1707).
En 1808, tras la invasión francesa de la Península Ibérica, se constituyó en Soria una Junta de Armamento y Defensa que organizó el regimiento o Batallón de Numantinos activo en los frentes de Logroño y Sigüenza. El 20 de noviembre de 1808 las tropas francesas se presentaron a las puertas de Soria y se entregaron al saqueo. La ciudad quedó en llamas y hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XIX para que recuperara sus índices de población y riqueza.

jueves, 29 de mayo de 2008

La provincia de Soria, historia a Historia

Antes que nada, discúlpame la osadía de publicar un blog con las pretensiones de éste, pero es que no encontré nada parecido en internet. ¿Cuál es la idea? Recopilar la Historia de cada pueblo de la provincia de Soria, y ponerlas aquí, una tras otra, para que a ti te resulte más fácil encontrar la que buscas, o entretenerte un rato al menos.
No soy historiador, ni tengo capacidad o tiempo para recopilar yo mismo las historias, así que haré algo más prosaico y más acorde a esta época: fusilar los artículos de otros, más versados y más trabajadores que yo. En cualquier caso, y por aquello del copyright, si ves en este blog material protegido por derechos de autor, házmelo saber cuanto antes para que lo retire, pues no es mi intención sacar provecho en beneficio propio del esfuerzo de los demás. En cuanto al resto, aquí lo irás teniendo: que lo disfrutes.

P.D.: De la misma forma, y ya que reconozco mi pereza, te agradeceré si me mandas la historia de tu pueblo: trabajo que me ahorras. Si ya la acompañas de alguna foto interesante, propondré que te hagan un monumento.